jueves, 10 de octubre de 2013

Hijo, toma, un plato de lentejas para que llegues el primero.


Aunque me cueste reconocerlo, hasta ahora los consejos de mi madre siempre me han sido de gran ayuda para afrontar diferentes situaciones, pero en este caso en concreto no fue así. 

La alimentación juega un papel importante en el futuro rendimiento que tendremos el día D. Es por eso que se empieza a llevar a cabo semanas antes, incluso puede convertirse en algo perpetuo. En nuestro caso empezaremos con la cena anterior a nuestra carrera. Por regla general se suele comer pasta, siempre que vaya acompañada de salsas ligeras, como puede ser la boloñesa, nada de nata ni bacón. Finalmente hemos de mantener el equilibrio, no debemos comer en exceso y acabar con pesadez. Al día siguiente nos preparemos el desayuno. Hay que tener en cuenta el tiempo de digestión, con lo cual, deberemos desayunar como mínimo tres horas antes de la carrera. Un buen desayuno consistiría en: Tostadas, cereales (avena), frutos secos, queso, jamón, zumo de frutas 100% natural, alguna pieza de fruta o un yogur. En términos generales la dieta debe ser una comida fácil de digerir y con un alto porcentaje de hidratos de carbono, que lo encontramos en el pan, las legumbres o los cereales. Esto son solo algunas propuestas pero lo que nunca debemos hacer es probar algo que no hayamos experimentado antes. Hay que tener en cuenta cómo reacciona nuestro cuerpo, por lo tanto adaptaremos la dieta a nuestro organismo, ya que hay gente que no tolera ciertos alimentos. Así que es aconsejable hacer una prueba piloto unos días antes. Para acabar una vez hayamos terminado la carrera debemos ingerir alimentos que contengan glucosa. Los primeros minutos después de la carrera son el periodo de tiempo durante el cual el organismo absorbe más rápidamente los nutrientes, sobretodo la glucosa. Podemos tomar bebidas azucaradas, fruta, zumos, incluso galletas o algún dulce.